No es utópico, es posible
Uno de los elementos más importantes que componen la ciudad, junto con sus habitantes, es el territorio. El territorio como ese espacio que debe estar concebido y gestionado por todos y para todos, un todos que es inmenso.
Uno de los elementos más importantes que componen la ciudad, junto con sus habitantes, es el territorio. El territorio como ese espacio que debe estar concebido y gestionado por todos y para todos, un todos que es inmenso.
Cada vez que inicia el período constitucional de un nuevo alcalde, la ciudad se viste de esperanza. En los primeros cien días del gobierno, la ciudadanía suele establecer la línea perceptiva de que será un gobierno “bueno”, “regular” o “malo”.
No soy una usuaria asidua de Transcaribe, pero si lo utilizo con regular frecuencia y por eso sé, que para usarlo es necesario prepararse: zapato cómodo, bolso adelante y con los cierres seguros.
Hace poco alguien compartía en el muro de su cuenta de Facebook un fragmento del cortometraje “Los Balcones de Cartagena de Indias”, dirigido por el crítico de cine Francisco Norden en 1966, con el siguiente comentario nostálgico al pie del video “Cuando Cartagena era de los Cartageneros”.
A veces creemos que las ciudades son producto de generación espontánea o del azar que ordena las acciones múltiples de sus habitantes.
En la película de Walt Disney Animation Studios, Wish: el poder de los deseos, se narra una mágica historia que ocurre en un pueblo llamado Rosa.
La película de Pixar, Elementos da cuenta de algunos de los fenómenos que se presentan en muchas ciudades de nuestro país. En Ciudad Elemento conviven tierra, agua, aire y fuego.
Recuerdo haber planteado la idea a cuatro estudiantes -cuatro que se convirtieron en más-. Hace cinco años, juntos, sembramos la semilla de la que germinó el Laboratorio de Cultura Ciudadana.
Nos encontramos en una coyuntura decisiva para la vida de la ciudad, cuando en vísperas de un nuevo gobierno local y en el marco de las transformaciones políticas y sociales convulsas procuradas desde el Palacio de Nariño, Cartagena se embarca en lo que se espera sea un remezón institucional, guiado por nuevos enfoques y una amplia disponibilidad presupuestal.
Hace aproximadamente un año, llovía en Cartagena y el agua, incontenible, desbordaba las cuencas y se tomaba las calles, las casas, los árboles, los autos… amenazaban sus raudales también con llevarse a los animales y a las personas. Al salir el sol, la ciudad quedaba impregnada con aires de desazón, de desastre…